LA "PUNZADA" DE LA EMPATÍA




Esta semana estoy contenta e inquieta en la sala de psicomotricidad  y en los momentos de reflexión posteriores a las sesiones con los/as niños/as.  Después de un tiempo de excedencia laboral por cuidado de mi hijo  y  de empezar este curso en un programa nuevo con grupos diferentes de niños/as a los/as que no conocía, parece que estoy cogiendo el ritmo y volviendo a sentir lo que yo llamo metaforicámente la"punzada de la empatía". No sabría cómo explicar bien con palabras  esta sensación, pero estoy segura que muchos/as la compartís conmigo. Es esa sensación de sentir  lo que el/la niño/a puede estar viviendo a nivel emocional , primero con unaintensidad muy fuerte que te llega hasta dentro y, después ya con una cierta distancia que te permite pensar qué es lo que ese/a niño/a necesita de ti y  tú puedes darle desde tu rol y con  tu experiencia, tu actitud, tu técnica,  tu intuición y tus limitaciones. 

Ya Carl Rogers hablaba hace años de tres actitudes básicas  a mantener por el terapeuta con su cliente: la aceptación incondicional , la congruencia y la empatía, entendiendo ésta última como el esfuerzo constante que debe hacer el terapeuta por apreciar y comunicar a su cliente la comprensión de los sentimientos de éste. Este concepto claramente defendido por las teorías humanistas se ha ido generalizando y,  hoy en día,   no hay enfoque que no entienda la importancia de la empatía en cualquier relación de ayuda.

Bernard Aucouturier en su modelo teórico  de la PPA también habla de la  relevancia de la empatía junto con otras actitudes a desarrollar y mantener por el psicomotricista en la sala de psicomotricidad.  ( símbolo de ley, compañero simbólico, escucha empática...).
Concretamente, se resalta la importancia  de la llamada ESCUCHA EMPÁTICA  o ACTITUD DE ACOGIDA EMPÁTICA , describiéndola con una serie de características  :
  • Esta actitud parte de  un principio filosófico muy concreto : CREER EN LA PERSONA. Para ser empáticos/as , necesitamos CREER primero en la persona, en sus potencialidades , en sus posibilidades de cambio, en su propia idiosincrasia ... , respetando sus circunstancias , sus condicionantes ... y entendiendo sus limitaciones.
  • La empatía conlleva un "sentir" la emoción del/a niño/a, su placer-su displacer, sus miedos-sus deseos ... y para ello ,  contamos con un intermediario único : el cuerpo. Las emociones están unidas a nuestro tono corporal , de forma que sintiendo y comprendiendo  el tono corporal y la expresividad corporal  de la otra persona , podemos llegar a sentir sus sentimientos. Por eso , podríamos hablar de una ESCUCHA EMPÁTICA TÓNICO-EMOCIONAL.
  • La empatía requiere de un cerca-lejos . De un acercarse para sentir junto a , de un  alejarse para pensar  y ponerse a disposición del otro/a para ayudarle desde el rol de educador/a o terapeuta , pero sin dejarse invadir por la emoción del/a niño/a.  Si nos dejamos embargar en exceso  por su emoción, no podremos ayudarle. Me recuerda un poco a la "madre suficientemente buena" , que debe ser capaz de ponerse a disposición de su bebé , pero sin perderse y sin dejar de ser ella misma. Si se fusiona no podrá atenderle. 
  • La empatía se trae en la intuición , quizás en los genes , pero también se entrena . El/la psicomotricista debe formarse a nivel personal para potenciar sus actitudes , trabajando sus propias resonancias emocionales y no quedarse "enganchado" en las del otro/a.
  • Los niños deben sentir que el psicomotricista puede empatizar con ellos . A través de su disponibilidad , de su ajuste corporal, de su mirada , de sus gestos, de su presencia , de su sonrisa , de la verbalización ...
  • La actitud de empatía debe ir acompañada de otras actitudes coherentes como la congruencia , la aceptación incondicional , la autoridad positiva , el ser compañero simbólico ... Unas no se entienden sin las otras y es el conjunto , el modelo de disposición y acompañamiento al/la niño/a , lo que favorecerá , junto con el dispositivo y las propuestas del/a educador/a o terapeuta , el proceso de cambio y maduración.
Esto es imprescindible siempre en la sala de psicomotricidad , aún más  si cabe,  en la práctica que se realiza en el encuadre de grupos de ayuda o terapia individual.

La empatía gusta y no gusta , asusta a veces y  emociona siempre . Esta semana la he vivido especialmente  con los grupos de niños/as de dos años (¿casualidad que mi hijo tenga también esa edad? - a pensar sobre esta resonancia). Y me gustaría compartir algunas de las sensaciones que he vivido al respecto.

Eduardo es un niño de dos años y medio. Sólo tiene esta edad , pero ya lleva vivido mucho a sus espaldas ( y nunca mejor dicho  por cómo somatiza  su malestar). Digamos que procede de un entorno familiar con pocas competencias familiares y una realidad que no favorece un adecuado desarrollo, por lo que ahora mismo está fuera de su casa . 
Participa en las sesiones de psicomotricidad Al comienzo de éstas , se manifiesta como un niño con agitación motriz , que deambula por la sala sin proyectos concretros  pasando de una actividad a otra sin parar ,  incapaz de parar y abandonarse , destruye a su paso los proyectos de otros niños, empuja , busca ser el primero , no acepta normas básicas ... También es cierto que tiene una sonrisa amplia , que es capaz de pedir ayuda a su manera , que se puede mostrar cariñoso, que evoca alegría y entusiasmo por vivir , que  disfruta con el cuento y las historias donde suele estar muy atento ,  que puede disfrutar , que puede  realizar algunos proyectos gráfico-plásticos  concentrándose en ello , que le gusta cantar ... Su comportamiento es similar en el aula y en otros contextos.
Después de unas cuantas sesiones en la sala de psicomotricidad  , su inquietud motriz  ha descendido  y hemos visto avances , pero sigue con la necesidad de existir a través del movimiento agitado.
Ayer,  después de las vacaciones de Navidad, estaba especialmente "espitoso" . Durante toda la sesión tratamos de acercarnos a él, de mirarle , de establecer un mínimo contacto , de  favorecer juegos de reaseguración y placer sensoriomotriz en el marco simbólico de la sala , de marcar dos límites básicos , ... pero era imposible. No quería, no podía dejar su movimiento , su pulsionalidad , su desenfreno , su angustia, no podía existir de otra forma  ... Respondía huyendo a nuestros intentos de interacción , huyendo de sí mismo y su malestar ... En un momento dado del espacio  de expresividad sensoriomotriz  , hubo que hacer una contención , una contención cariñosa , con palabras amables , con ternura, pero una  contención tónica  firme   ... . Se resistía a esta contención y acabó finalmente llorando y hecho un ovillo.
Después, avisamos al grupo  de que era el momento del  cuento y fue entonces cuando él encontró  su espacio para acercarse y buscar lo que necesitaba ... Se acercó , se colocó en mi regazo, apoyó su cabeza en mi hombro  y se abandonó ...Yo se lo permití a él y el grupo lo entendió. Su espalda,  habitualmente muy tensa , se destensó . Permitió que yo le tocara la espalda suavemente , que le balanceará despacio , que le hablara y que le invitara a escuchar el cuento ... Permaneció oyendo  el cuento tranquilo y acabó cantando la canción final en el ritual de salida como todos/as . En ese momento que se abandonó en mi regazo, noté esa punzada , esa conexión con su necesidad , con su emoción , con su malestar , con su dificultad, con su alivio  ... Me pillo de sorpresa , me asustó, me gustó y me invitó a pensar en cómo seguir respondiendo a esa necesidad como psicomotricista en la sala de psicomotricidad  ...

Otro momento en que he sentido  esa punzada  ha tenido un tinte diferente . Fue con un grupito de niños/as de dos años  en una sesión de práctica psicomotriz educativa.
En un momento dado de la sesión, se colocaron en el colchón de desequilibrios y empezaron a saltar y a gritar ... Gritar por puro placer,  por pura autoafirmación  y omnipotencia ...
Gritar con sonidos de animales , con sonidos inteligibles ... ; gritos acompañados con una sonrisa de satisfacción, con una mirada hacia el adulto para que éste les mirara y admirara , con los brazos en alto, poderosos , repitiendo una y otra vez esta actividad ... Y entonces me llegó esa punzada de la empatía , en esta ocasión,  de  conexión con la emoción de puro placer por estar y existir.   Y mientras les devolvía con mis palabras  : "Qué fuertes sois, qué grandes, qué contentas estáis ", se me quedó una sonrisa en la cara que me duró toda la mañana.  Sobre todo, porque entre este grupito de niños , había dos hermanas gemelas que nacieron prematuras y parecían decir: "Estoy aquí,  soy poderosa ,puedo con todo ,   disfruto y tengo mucho que decir y gritar" .

Además de la sonrisa para toda la mañana , se me quedó la convicción de después de llevar ya unos cuantos años con esta metodología ,  es donde quiero estar  y como quiero hacer. 

B.R.

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