Leyendo un trabajo de observación de una alumna que había venido a observar sesiones de psicomotricidad con uno de mis grupos , me sorprendí leyendo :
"Cuando empezó la sesión ella , ya no era ella , era la psicomotricista , se había convertido en otra persona " , refiriéndose a mi persona .
Esta expresión me divirtió , además de provocarme una reflexión interna sobre : ¿Cómo soy yo ante la mirada de los/as demás fuera de una sala de psicomotricidad ? ¿Y cómo soy yo en la sala de psicomotricidad ?
Contestar a la primera pregunta me llevaría a un proceso de introspección que prefiero dejarlo para otro rato de esos que no tenga nada mejor que hacer , pero sí me apetece pensar en ¿cómo soy en la sala de psicomotricidad?
Probablemente , tenga cierta razón la alumna. No es que en la sala sea otra persona , pero me es posible algo muy importante para mí : contagiarme del placer de ser , de explorar y aprender de los/as niños/as desde una complicidad insuperable.
Sus recorridos en la sala son tan apasionantes que en aquellos momentos en que puedo hacer un seguimiento de sus movimientos , sus expresiones , sus palabras , sus gestos, posturas , relaciones , juegos durante y después de la sesión ... me maravillo de nuestra capacidad, de avanzar y aprender desde la tendencia innata a experimentar , a descubrir , a satisfacer nuestra curiosidad buscando una independencia que siempre tendrá algo de dependencia y tratando de canalizar nuestra pulsión de dominio del otro/a y del mundo que nos rodea.
Es desde el espejo de placer y de autoaceptación desde el que podemos ayudar a los/as más pequeños/as en su itinerario de maduración , facilitando las vinculaciones afectivas , la estructura y los valores que necesitan .
Creo que ese el principal clic que debemos hacer cuando entramos en una sala de psicomotricidad , en un aula escolar o en nuestra propia casa con nuestros/as hijos/as ... Ese clic que quizás nos haga parecer personas diferentes ...
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