"ME HAN QUITADO UN AÑO DE MI VIDA ... o NO"


Esta frase me la dijo ayer mi hijo por la noche enfadado tras confirmar que no podríamos pasar la Navidad con toda la familia de fuera reunida.  La noche es el momento del día que encontramos para poder hablar en tranquilidad de cómo ha ido el día, lo que le pasa, cómo se siente...Y no es fácil dentro de su pubertad ya "importante". 

"Es injusto... el maldito virus éste me ha quitado un año de poder salir más, de ver a mis primos, de dormir con mis amigos en casa, de entrenar a fútbol..." 

Y pienso que es verdad que el coronavirus ha quitado espacios importantes para los preadolescentes y adolescentes. Ayer escuchaba a un responsable de Zeuk Esan decir que este tiempo, sobre todo el del confinamiento,  ha sido duro para las adolescentes. Ya de por sí encerradas en un cuerpo en cambio, han tenido que estar encerradas también en casa mucho tiempo. Sin poder salir a explorar, a experimentar, a encontrar retos, a "probarse"con sus iguales … La relación con sus colegas, la más importante para ellos ahora, se ha limitado a las pantallas durante bastante tiempo. Los dispositivos tecnólogicos han sido una oportunidad de comunicarse. Sin embargo, esta comunicación se queda escasa ya que no permite tanto el "relato emocional". El relato emocional en la comunicación requiere poder tener cierta presencia física, mirarse de cerca, tocarse.. incluso "empujarse o darse collejas" en broma en el caso de los chicos y chicas.  



La conversación con mi hijo derivó poco a poco hacia el mundo emocional: 

  • "Además, tengo miedo a ponerme enfermo y morirme"  
  • "Es normal que tengas miedo.  Yo también tengo un poco de miedo a eso" 
  • "¿Y qué haces cuando tienes miedo?" 
  • "Yo pienso en que los valientes también tienen miedo" 
  • "¿Sí?"
  • "Sí. Se dan cuenta de que tienen miedo. Respiran y tratan de calmarse. Y buscan la manera de cuidarse y seguir haciendo las cosas importantes para ellos. Quizás de otra manera, cuidándose, pidiendo ayuda, pensando en qué son buenos, en qué sí es posible hacer… 
La conversación siguió un poco más allá … Pudimos terminar hablando de algunas cosas que habían sido más positivas en esta época para él y que podían seguir siéndolas: (eso sí,  sacadas a "cuentagotas") 
  • Pasar más tiempo en casa jugando juntos. (a peleas de bromas, a juegos de mesa, a darnos masajes...) 
  • Los abrazos que nos damos más. 
  • Los ratos de poder jugar con sus amigos por las pantallas y pasarse "niveles", conseguir "gemas" etc. 
  • El poder salir,  aunque sea en "burbujas",  al parque con el patinete y el balón. 
  • La videoconsola por su cumpleaños.
  • Las excursiones con los amigos y las familias. 
  • El verano en la playa y en el pueblo con su mejor amigo del pueblo. 
  • Las "trastadas" que hace a veces con los amigos en el parque. 
  • El no haber tenido que ir al cole durante el confinamiento. 
Tampoco nos dio mucho más de sí porque está bien hablar un poco con tu madre pero la preadolescencia es la preadolescencia y tampoco me va a "regalar" momentos muy largos de comunicación... 

Me he levantado pensando si yo también diría que me han quitado un año de mi vida. Y lo primero que siento es que no. Que el coranovirus ha cambiado cosas de mi vida y me ha generado emociones desagradables e "incomodidades",sí. Afortunadamente, no he tenido ninguna muerte cercana,  hay gente que quiero que ha enfermado pero casi sin síntomas,  sigo con mi trabajo y  conservo, más o menos,  mi salud  física y mental. (dentro de las "taras" que ya tenía) 

Sí que siento ese sufrimiento, tristeza, rabia, cansancio... colectivos de echar de menos cosas de antes, ver cómo todo esto es largo y  ha afectado a mucha gente, especialmente, a la que ya estaba o está ahora en vulnerabilidad. También, cierta "impotencia" a ratos. Y, también,  soy capaz de ver las cosas buenas de este año como mi hijo y enfocar el nuevo año con mirada de esperanza. 

Últimamente me empeño o me gustaría empeñarme en que mi hijo pueda vivir cosas que parecen estar relacionadas de forma positiva con la resiliencia adolescente según lo que plantean muchas personas expertas: 

  • Pasar tiempo con sus amigos y amigas. Sobre todo, en el parque o en espacios abiertos. Los planes "culturales" también están siendo una oportunidad.  Él echa mucho de menos  poder estar con varios  amigos en casa a la vez  o quedarse a dormir en sus casas o ellos en la nuestra. Aún no tengo tan claro la conveniencia de esto último y sé que le "fastidia" y mucho. Habré de investigar y reflexionar más sobre ello... 
  • Seguir conectando con la familia,  la que está cerca y la que está lejos, por ejemplo, con sus primos y prima,  aunque sea por videollamada, mensajes o hablando de ellos mucho en casa, viendo fotos ... Sé que le produce mucha tristeza no poder tenerles tan cerca como le gustaría ...
  • Ir a la naturaleza. La naturaleza no sólo es fuente de conexión con las emociones agradables y nos reunifica emocionalmente como plantea Pepa Horno en muchas de sus reflexiones sobre entornos seguros. También es básica para el aprendizaje como expone, por ejemplo, David Bueno. Esto de ir a la naturaleza con un preadolescente tampoco es fácil: "¿Para qué vamos? ¿Cuánto falta? ¿Qué hay arriba cuando lleguemos? Para esto tanto andar … Me aburro..." Así que hay que recurrir  a las salidas con otras familias y amigos, combinándolas con un plan simultáneo o posterior que les guste y que incluya, por ejemplo alguna actividad deportiva o de movimiento (jugar al futbol en la playa, por ejemplo)
  • Seguir ofreciendo muchos momentos de expresar afecto y espacios para hablar, reconocer y ayudar a gestionar emociones. No se trata de marcar unos horarios fijos para hacer esto último sino de estar disponible para cuando quieran o lo necesiten. En nuestro caso, la noche antes de ir a dormir o en momentos críticos de conflicto externo.  Lo que yo he encontrado como facilitador para esto es escuchar sin hacer juicios de valor o dar soluciones automáticamente, escuchando y luego invitando a "recoger" desde cierta reflexión más calmada.  Buscar mucha calmaaaaa...haciendo algún tiempo fuera o "retirada" si la cosa se complica y nos invade el enfado. y ¡qué difícil me resulta! 
  • Maneras de ofrecer alternativas de solidaridad. Me cuesta más ofrecer este tipo de oportunidades a mi hijo, más allá de transmitir estos valores en la comunicación o con ejemplos concretos de lo que  otros o yo puedo hacer o dejar de hacer. Supongo que el tipo de sociedad que teníamos montada tampoco ayuda mucho a la participación infantil y juvenil. Y, sin embargo, descubro cómo ya en el colegio, en su grupo de tiempo libre o por iniciativa propia empieza a pensar un poco más en cosas como la igualdad, la equidad, la justicia y tiene alguna pequeña idea de cómo apoyar esto. Cuando le pido compartir algunas de sus inquietudes o conversaciones, al principio recela. Cuando le digo que es porque puede ayudar a otras personas a reflexionar y sentirse mejor, me dice: "bueno, valeeee!"  En cualquier caso, lo de potenciar la participación social y comunitaria de la infancia y adolescencia deberá ser algo a promover más desde muchas partes.  
  • Abrir la mirada a que todo esto puede ser una oportunidad de crear alternativas, otras formas de hacer, dejar atrás cosas que no nos gustaban de antes...
Pienso ahora que esto que trato de promover para mi hijo tampoco queda muy lejos de lo que necesitamos en estos momentos las personas adultas. Red afectiva, naturaleza, espacios para gestionar emociones, esperanza solidaria, oportunidades para ciertos cambios... 

Me hubiese gustado seguir hablando con mi hijo de las cosas buenas de este año que acaba y de las que pueden llegar. De las "suyas", de las "mías", de las "nuestras".  Supongo que habrá más ocasiones...Creo que su miedo me resonó un poco también y habré de mirármelo. Habrá que seguir buscando fórmulas para ayudar a reconocer que ese miedo es oportuno, que yo misma lo siento un poco y que lo importante es que no nos paralice.  A veces, no sé muy bien cómo hacerlo...

Como me dijo antes de dormirse: "bueno al final tampoco ha sido tan malo este año … el que viene será mejor... seguro que ya no habrá tanta gente enferma, estaremos más contentos … a ver si ya podemos ver a los primos... empezaré secundaria en septiembre si apruebo todo bien... además, igual para mi cumpleaños me regaláis el teléfono móvil...Y, ama tampoco hace falta que esté tanto en la calle y en el monte, que en casa también estoy bien..." Pues eso, proyectos de preadolescencia... y qué bien que tenga proyectos... 

No sé si mi hijo tendrá en la cabeza el deseo de que dentro de un tiempo todo será igual que antes. Las personas expertas nos dicen que esto no será exactamente así por muchos factores, entre ellos, la "huella" emocional que tendremos de esta etapa. Algunas hablan incluso de  si nuestro cerebro se reprogramará. 
Esta huella no tiene por qué ser una huella traumática (en algunos casos, sí lo será) y seguro relacionada con una vivencia diferente de la incertidumbre y la fragilidad humana. También nos dicen que podrá ser una oportunidad de hacer cambios en la vida a mejor en torno a la vivencia del tiempo para los vínculos, de los ritmos de vida, del cuidado de la naturaleza, de crear redes de apoyo… Y quiero pensar que se abrirán muchas ventanas para la familia, para los niños, niñas y adolescentes, para la comunidad … 



No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Quieres hacer algún comentario?