¿ESTAMOS EN HORAS BAJAS (de ánimo)? EL SINDROME DE LA FATIGA PANDÉMICA



Estas dos últimas semanas he participado en varias conversaciones en las que las personas contaban cómo están en una montaña rusa de emociones últimamente y algunas con un  nivel de energía bajo y en emociones desagradables. Con un grado de tristeza, miedo o rabia de fondo en ese especie de distrés que nos puede acompañar durante la pandemia. 
Hablando con la familia, con compañeras de trabajo, con amigas, con profesores, con sanitarios, con personas de la hostelería, con mujeres a las que acompaño  … ha salido el tema. Y no sólo refiriéndonos a nosotras personas adultas, sino también a los niños, niñas y adolescentes. 
La pandemia está trayendo consecuencias varias, entre ellas, los vaivenes emocionales intensos. A veces, estamos "arriba" y otras "abajo" . Y el estar "abajo" se nos hace costoso. 
Llevados los malestares y bajones  a cierta intensidad y continuidad explican el aumento de los trastornos del estado del ánimo, del consumo de psicofármacos y de la gran demanda que están recibiendo los centros de acompañamiento terapéutico. 



Más allá de estos casos, las personas de mi entorno hablan en general  de una pequeña montaña rusa emocional en la que últimamente notan rachas de : 
 
  • Sentirse más o menos bien y motivadas y de repente al día o semana  siguiente o en el mismo día tener apatía, estar con poca ilusión, con un nivel bajo de energía, estando inmersos en una especie de abotargamiento y días sucesivos "de la marmota". 
  • Estar más irritables, saltar por cualquier cosa, discutir con la pareja, el hijo, la hermana, el compañero de trabajo, la televisión … Estar más "cabezones" y perder flexibilidad para trabajar en equipo. 
  • Encontrarse con ciertas manías y una utilización exagerada de medidas de protección personal, con reticencias incluso a salir de casa si no es para lo más imprescindible aun cuando es posible dentro de un límite. 
  • Vivirse  con incapacidad para asumir pequeños o grandes retos en la vida personal, familiar o laboral que hace un tiempo serían una pequeña anécdota más a superar en el día a día. 
  • Verse con falta de concentración, con problemas de memoria , despistes, dificultad para organizar, agendar y recordad citas. 
  • Tener dolores y malestares físicos en el aparato musculo-esquelético, a nivel digestivo o dermatológico que antes no estaban o no con tanta intensidad. 
Roberto Aguado, por ejemplo, nos habla de esto en uno de sus vídeos diarios colgado en twitter: https://twitter.com/i/status/1357700193769164803

Si estas sensaciones permanecen hablaríamos de estar con un grado de distrés importante, con mucha emoción desagradable expresada de esta forma. De hecho, la Organización Mundial de la Salud habla ya del  "síndrome de fatiga pandémica" para hablar de esta situación en la que podemos vivir esa montaña rusa con rachas significativas de malestar emocional. Cifran en un 60% de la población mundial  quienes la están padeciendo y se estima que el 40% de la población española está sufriendo síntomas de depresión. Además, la misma fatiga pandémica nos puede llevar a una especie de reacción contraria a las medidas de protección y prevención tan necesarias en esa época. Por ello, nos hablan también de la importancia de cuidar la salud emocional junto con la física. 

La incertidumbre de qué nos pasará a nivel personal, familiar y laboral. Los cambios de organización de  nuestro día a día. La falta de un contacto físico para poder expresar afecto y cercanía. La imposibilidad de estar cerca físicamente de familia y amistades que viven en otros lugares. La limitación de poder ir a ciertos lugares de naturaleza singulares y privilegiados en nuestra vida. El no poder acudir al pueblo, al camping u otros lugares para hacer días de reposo fuera del asfalto y los ruidos de la ciudad.  El retrasar ciertas consultas médicas o terapéuticas  o el no poder tener espacios  habituales en grupo para el desarrollo  corporal y de deporte...El no poder pensar en proyectos más allá de una semana o dos. El escribir en lápiz en la agenda.El hecho de que cada vez tengamos más personas cercanas contagiadas o confinadas.La sensación de que esa "solidaridad comunitaria" frente al virus se va perdiendo. La consciencia de que los políticos se mueven por emociones o intereses que tampoco son quizás los más adecuados en estos momentos … 



Todo ello hemos de poder "digerirlo" y encontrar también un "antídoto" para las emociones desagradables asociadas y no es fácil. A veces lo conseguimos más fácilmente y otras no tanto.  No es sencillo porque quizás  llevábamos una vida más o menos cómoda  en la que no estábamos acostumbrados a toda esta incertidumbre y tener que hacer "cintura". O no es fácil porque ya teníamos bastante "carga" encima y ahora  se nos suman otras que nos resultan muy pesadas. 
En definitiva, nos toca hacer un duelo ante la pérdida de la certidumbre, de seres queridos, de nuestra vida anterior … Y no estamos acostumbrados. Y eso que el crecimiento en definitiva implica una serie de desprendimientos y duelos en a vida. Crecer implica decir cosas adiós y avanzar desde la ambivalencia de querer seguir siendo dependiente a ser más autónomo. Perder zonas de comfort o cosas que nos dan seguridad para iniciar y crear algo nuevo. No somos o no éramos una sociedad que ayudara a las niñas, adolescentes y personas adultas  a ello y no tenemos ese "reservorio" de habilidades para enfrentarnos ahora a este duelo que necesita tanta elaboración psíquica. 

Esta fatiga no es sólo algo que nos esté pasando a las personas adultas. También los niños y niñas lo están pasando. Lo notamos las madres, padres, profesores, educadoras, psicólogas y otras personas que acompañamos a la infancia. 


A veces siento que nos empeñamos en querer seguir con la vida de antes, con los mismos proyectos escolares o  laborales  que teníamos en mente, con el mismo funcionamiento diario de ocio u organización familiar y nos olvidamos de atender y atendernos en esta nueva realidad y , sobre todo,  en el plano emocional dentro de las circunstancias que estamos viviendo. 

El distrés que podemos vivir se acompaña de una especie de sobredosis de cortisol que puede afectar a nuestro estado de ánimo y producir cansancio, irritabilidad, ansiedad, problemas de sueño, mala alimentación y derivar en conflictos de pareja y otros. 

Las personas expertas nos hablan de la necesidad de hacer un esfuerzo especial en CUIDARNOS  ( autocuidarnos y, sobre todo cuidarnos mutuamente) . Las personas adultas primero porque necesitamos cuidarnos para poder cuidar a la infancia   Cuando vamos en avión (o cuando podíamos ir) siempre nos avisan de que en caso de emergencia quien primero se tiene que poner la mascarilla de oxígeno ante una despresurización es la persona adulta para después poder poner con garantía la mascarilla al niño o a la niña. 

Habitualmente, teníamos diferentes fórmulas para poder escapar del estrés. Quedar con amigas, hacer deporte, irnos a la naturaleza durante algunos días a descansar... Algunas de ellas no podemos mantenerlas de la misma forma que antes y otras sí. En este sentido, sería interesante fomentar, tanto en el plano personal, familiar como laboral algunas ideas: 

1- Aceptar la realidad. 

No se trata de aceptar la realidad de una forma resignada o derrotista sino de ser conscientes que hay cosas que están bajo nuestro control y otras no. A veces, nos empeñamos  desde nuestro narcisismo,  en querer controlar todo, cambiar al otro, transformarlo de la manera que nosotras queremos y hay cosas que no pueden ser. La pandemia nos ha enseñado un poco más de esto. Desde esa aceptación de nuestras limitaciones, nuestra fragilidad , podemos hacer esfuerzos en cambiar lo que sí podemos y centrarnos en ello, en lo concreto … Y, desde ahí, quizás podamos pensar en alternativas y veamos cambios en nosotras y los demás que nos sorprendan. 
Aceptar la realidad no supone obsesionarse con la información de la pandemia, los datos, las cifras... con lo que es necesario poner un coto y filtrar  su presencia en nuestra vida. Las psicólogas, por ejemplo, recomiendan ver/leer  sólo un espacio de noticias dedicado a la pandemia al día. 
 
2- Hacer red de apoyo. 

Pepa Horno platea que la comunidad, la red de apoyo social que podamos tener reduce la soledad, reduce la violencia derivada de emociones desagradables y ayuda en un plano emocional y logístico a salir adelante. Por eso, es momento de la solidaridad y de sentirse en cercanía de otros y otras. De mostrar el afecto.  A veces, de forma presencial y otras a distancia.El dicho "Nos enfermamos con los otros y nos curamos con los otros" parece ganar una dimensión especial en estos momentos. 
Y, por supuesto, practicar el sentido del humor en la familia, en grupo, en comunidad también nos ayuda y esas personas que  son capaces de llevarnos a la risa de forma especial, son muy "codiciadas" en estos momentos. 
Las familias de forma más consciente o inconsciente hemos permitido que las pantallas entren a formar parte de esa supuesta red de apoyo y, sin embargo, un uso continuado y sin supervisión de las mismas puede traer problemas de atención, impulsividad y falta de  relación real a nuestros hijos y a nosotras mismas.
Dentro de esa red de apoyo, también podemos incluir a profesionales de la educación, la terapia psicológica o el coaching que nos pueden ayudar si vemos que este malestar emocional se ha quedado muy instalado en nuestro día a día. 
 




3- Trabajo corporal y naturaleza. 

Hace poco  escuchaba a una persona de la familia comentar cómo echaba de menos poder hacer esto de la manera habitual. Y, siendo, así cómo buscaba momentos y fórmulas para seguir con ello. 
Me contaba, por ejemplo, cómo está realizando algunas reuniones de trabajo al aire libre y paseando junto a su compañero. De manera que pueden seguir con sus temas laborales a la vez que ganar una "bocanada" de bienestar. Son esas pequeñas cosas las que pueden ayudarnos. 
La naturaleza nos reconecta nuestra unidad corporal en emociones agradables, de la misma forma que a través del cuerpo podemos llegar a sentirnos bien. Ya sea a través de yoga, relajaciones, meditaciones...como del deporte en general, el paseo, correr, ir en bici ...Y es algo que, dentro de las limitaciones, podemos seguir haciendo. 
Nuestros pensamientos, a veces, nos bloquean y nos llevan a actitudes derrotistas y a emociones desagradables con una intensidad demasiado alta que no nos dejan adaptarnos adecuadamente. Por ello, identificar este tipo de pensamientos y sustituirlos por otros también nos vendrá bien. (y qué difícil puede ser a ratos)  


4-  Conexión con pequeñas ilusiones. 

Estábamos acostumbrados a tener proyectos diversos, recibiendo diferentes estímulos en contextos variados. Todo esto se ha reducido y parece que estamos un poco huérfanos de encontrar cosas que nos ilusionen. 
Y quizás pensar en cómo el aire huele a tierra mojada, qué receta de cocina hacer, qué serie nueva ver, cómo pintar o redecorar mi habitación, cómo diseñar ese pequeño juego en el trabajo o qué nuevo lugar revistar en mi municipio pueden traernos esas conexiones con pequeñas cosas. Si les añadimos el hacer con, hacer para, hacer junto a otros.. ganaremos ese plus. 

Alguien me mandó hace unas semanas una lista que alguien había hecho de esas pequeñas cosas que le ilusionan. La reproduzco sin poder dar la referencia de esa persona : 

"Enamorarse. Reírse hasta que te duela. Una ducha caliente. Nadie delante de ti en el supermercado. Un mensaje que no esperabas. Escuchar la lluvia caer. Un café caliente. Una llamada. Los viajes en auto. Tener un sueño bonito. Ganar un desafío. Tomar de la mano a alguien que quieres. Oír las risas de tus hijos. Encontrarte por la calle con un viejo conocido. Ver amanecer. Hacer un regalo. Despertarte y ver que aún te quedan horas para dormir. Escuchar de manera casual a alguien que dice algo bonito de ti. Eso es vivir ..." 

Y pienso cuál es mi lista ... cuál sería la lista de mi hijo, de mi pareja ,de mi hermano ....para ver cómo compartir cosas y a la vez tener las propias... Y algunas no podrán ser ahora y muchas otras sí. 

5- Agradecer y perdonar. 

Estas dos acciones siempre me han parecido integradas dentro de mi forma de ser, pero están volviéndose casi imprescindibles en los últimos tiempos para generar paz en mi interior. Anna Mascaró plantea que sabes que has perdonado cuando sientes paz  y puedes llegar a agradecer.. No sólo a otras personas, sino a ti misma e incluso al año 2020 y a la maldita pandemia... 
Y creo que no podremos hacer unas buenas redes de apoyo mutuo si no ponemos en marcha también estas dos actitudes. 


Así que seguiremos trabajando estos aspectos para ver si combatimos no sólo al coronavirus sino a ese síndrome que parece estar instalándose.

Medio en serio medio en bromas, yo digo, a veces, que " ir al parque" nos ha salvado dentro de esta pandemia. El parque de al lado de casa u otros que vamos visitando ( con las limitaciones existentes)  nos permiten tener esa cierta conexión con la naturaleza, posibilitar cierto ejercicio físico, jugar, hacer red a las familias, contarnos y contagiarnos de pequeñas ilusiones... Lo de alimentarnos bien en el parque es otro tema, aunque creo que aún se considera a las pipas un alimento sano dentro de lo que cabe... 

Y, dentro de esta especie de tiempo de la marmota, iremos avanzando... Recupero para acabar  una frase del prestigioso psiquiatra Luis Rojas Marcos en uno de sus tweets  : 

"Mi receta eficaz para alegrarnos la vida es practicar placeres sencillos que te hagan sonreír: habla, canta, baila, ayuda a alguien, agradece, date un baño, juega con quien sea, ejercita, cocina, come, pasea, contempla, haz el amor. La sonrisa alegra tu vida y la de los presentes"


Begoña Ruiz .Psicologa,educadora y psicomotricista .



No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Quieres hacer algún comentario?