Os queremos invitar a reflexionar sobre cómo podemos mostrar nuestro amor en el día a día. Además, cómo podemos utilizar algunos juegos, detalles o sorpresas que simbolizan ese amor y seguridad de una forma especial.
mMENSAJES DE AMOR
INCONDICIONAL.
Nuestros hijos necesitan sentir
que les amamos de forma incondicional por su esencia., porque son hijos
nuestros, por el vínculo que nos une. Quizás algunos de sus comportamientos no
nos gusten o no sean adecuados y tengamos que ayudarles a revisarlos. Sin
embargo, necesitan sentir que les queremos y aceptamos a pesar y por encima de
eso.
Nuestras hijas no son propiedad
nuestra, no son nuestro “miniyo” y no podemos moldearlas a nuestro antojo y
semejanza sin considerar su propia identidad. Necesitan sentir que pueden
tener sus propias ideas, intereses y proyectos dentro de unos valores de
respeto y autocuidado. Así, dentro de un modelo de disciplina que
combine amor y firmeza y generando un entorno seguro, podrán ir encontrando su
lugar en el mundo y su propia forma de ser.
Un “detalle sorpresa”
para expresar este amor incondicional puede ser DEJAR MENSAJES DE AMOR
ESCONDIDOS para encontrarlos cuando menos se lo esperen (en el estuche, debajo
de la almohada, en su cuento preferido, en el mando de la consola …) Podemos
colocar frases como éstas: TE QUIERO TAL Y COMO ERES, TE QUIERO
INFINITO, TE VOY A QUERER SIEMPRE. Si son pequeñas y aún no pueden leer,
podemos dibujar algo que lo simbolice (corazones, soles, estrellas, monigotes
…)
2- CAJAS DE TESOROS.
Ver nuestros puntos fuertes, las
cosas positivas, los esfuerzos, los logros…nos genera motivación para crecer y afrontar
retos. Por eso, es importante que niños y niñas escuchen mensajes en este
sentido. Mensajes lanzados por su entorno y también por sí mismos. No se trata
de hacer “halagos” vacíos que creen dependencia, no es cuestión de decirles que
todo lo hacen muy bien, sino ayudar a reflexionar sobre sí mismas en
este sentido.
Un “juego” que puede
apoyar esto es CREAR UNA CAJA DEL TESORO. Se trata de meter un espejo en
una caja de cartón y cerrarla con la tapa (si la decoramos y colocamos el
nombre de “caja de tesoro”, estupendo) Invitaremos a nuestra hija a que abra la
caja diciéndole que va a ver un tesoro escondido dentro cuando quite la tapa.
Después, la ayudaremos a que pueda pensar qué cosas tiene/hace ella que la
hacen ser un tesoro. También, podremos aportar algunas ideas al respecto
nosotros. Y si sale el tema, es posible hablar de qué cosas le gustaría
cambiar…Si nos dice, por ejemplo, que le gustaría bailar mejor, podremos ayudarla
preguntándola por aquella vez que bailó mejor, qué pasó, cómo consiguió
hacerlo, qué le ayudó, cómo se imagina que sería bailar mejor, qué habrá sido
diferente para llegar a ello … Esto le
ayudará a tenerlo en cuenta para otras
ocasiones y ver opciones.
3 TIEMPOS DE
ESCUCHA.
A veces, nuestras hijas empiezan
a hablar sin parar y no tenemos tiempo ni para escucharlas. Otras veces,
queremos que nos contesten a interrogatorios y no están por la labor.
Necesitamos tener DISPONIBILIDAD para la escucha. Por ejemplo, si hay algo que ha pasado en el cole que les preocupa u ocupa, podríamos:
- Ayudarles a iniciar conversación y mantenerla, facilitando la canalización de sus emociones. Para ello, es interesante usar algunas frases “comodín” para esto: “¡Qué me dices!, ¡Ajá!, ¡Vaya! ¿Qué más? ¿Y qué pasó al principio? ¿Y qué paso luego? ¿Y dices que te enfadaste?, ¿Y dices que te dio un ataque de risa? ” Sin pasar a juzgar situaciones o dar nuestras soluciones “adultas” en este primer momento.
- En un segundo momento (que puede ser 15 minutos o 4 horas después cuando estén más calmadas o receptivas a hablar y escuchar), ayudarles a reflexionar sobre aquello que les puede inquietar o les está entusiasmando, tratando de validar sus emociones, facilitando que se den cuenta de sus capacidades o buscando alguna alternativa o solución si es necesario. “Oye, sobre lo que me has contado esta mañana, ¡Qué agobiada has debido estar! Y aun así le respondiste bien a la profesora, ¿Cómo conseguiste hacerlo? ¿Qué podrás hacer otra vez para estar más tranquila?“
Una pequeña rutina:
TIEMPOS DE ESCUCHA. No siempre podemos decidir cuándo nuestros hijos van a
tener ganas de hablar. Podemos aprovechar esas veces que se les “notan las
ganas” y centrarnos en escucharlas, dejando otras cosas. También, podemos crear
específicamente desde que son más pequeños, tiempos de escucha en casa. Por
ejemplo, después de merendar, antes de dormir … Dejaremos móviles, pantallas y
distracciones varias para sentarnos a su altura, mirarles de forma tierna y
decirles que estamos en tiempo de escucha. Quizás al principio, no sepan qué
decir o protesten pero después de 2 minutos, algo nos contarán y podremos
empezar una conversación… (aunque sólo sea por aburrimiento)
Elsa Punset propone en este vídeo
algunas ideas de posibles preguntas a hacer a nuestras hijas, que quizás
podamos aprovechar para esos tiempos u otros. Eso sí, antes de preguntar, es
mejor dejar que puedan empezar a hablar…
ESCUDOS DE FAMILIA.
Sentir que perteneces a una
familia donde eres valorada y querida y en la que hay unos valores de cuidado
mutuo da seguridad emocional. Por eso, es importante hacer sentir a
nuestras hijas que forman parte de la familia de esta manera.
Una manualidad para
simbolizar esta PERTENENCIA es crear un “escudo o logo” familiar. En
él, podremos colocar alguna frase o elemento común que nos caracterice como
familia y también dibujos que cada persona quiera aportar de su propia
“cosecha”. Podemos hacerlo en un lienzo y colgarlo en algún sitio de casa,
decorar la portada de un álbum de fotos familiares o pintarlo con rotuladores
textiles en una bolsa de tela, por ejemplo. Y puede ser interesante poder
rehacerlo o redecorarlo de vez en cuando.
5 RINCONES DE
CALMA.
Es importante que los niños y
niñas puedan tener un fondo de emociones agradables (alegría,
curiosidad, seguridad, calma) y puedan canalizar las emociones desagradables
que les van llegando (y que es necesario que sientan también a veces) Se
trataría, en todo caso, de que puedan tener una flexibilidad emocional
para ir gestionando sus emociones de una forma adaptativa. Para ello, lo mejor
es que nos vean como modelos de buena regulación emocional. De forma que seamos
capaces, por ejemplo, de aceptar la llegada de una emoción, entenderla, ver si
es adaptativa, no dejar que llegue a una intensidad muy alta y poder pasar a
otra emoción más adaptativa para ese momento y lugar.
Una fórmula para entrenar
la emoción de la calma puede ser a través de la expresión corporal. Con
respiraciones, estiramientos musculares, ciertas visualizaciones, movimientos,
masajes y con EL RINCÓN DE LA CALMA.
Este rincón puede ser un lugar de la casa formado por una alfombra, unos
cojines, unas mantas, una tienda de campaña de juguete … En él puede haber
“botes de la calma”, laberintos de relajación, cuentos, muñecos, material para
modelar, una caja de música… u otras cosas que puedan ayudar a alcanzar
tranquilidad en un momento dado. Podemos hacer, por ejemplo, una herramienta
que nos permitirá ensayar con los niños cómo respirar de forma profunda y
colocarla en este espacio. Para crearla, usaremos una pajita, la parte superior
de una botella de plástico y una pelota de papel o de ping-pong. Primero se
enseña a inspirar por la nariz y, después, a expirar pasando el aire de la boca
por la pajita metida en el embudo que hará levantarse a la pelota que habremos
metido en éste previamente.
6 RUEDA DE
OPCIONES.
Los hábitos y las normas están al
servicio de dar seguridad a nuestras hijas. No son el objetivo último de
la educación sino un medio para dar seguridad. Y en este sentido, habrá normas
que tengamos que crear para ser cumplidas “sí o sí” para proteger la salud, la
integridad o la convivencia. Y habrá otras normas u hábitos (o un segundo
momento de las anteriores) en las que los niños podrán participar de alguna
forma en su concreción o puesta en marcha. Y en otros casos, serán las chicas
las que tengan que ir tomando sus propias iniciativas y decisiones, asumir
consecuencias y aprender de posibles errores.
Un juego en este
sentido es crear una RULETA DE OPCIONES. Por ejemplo, para el hábito de recoger
los juguetes, podemos invitar a nuestro hijo a que piense cuatro opciones de
cómo podría hacerlo. Después, haremos cuatro divisiones en un plato o círculo
de cartón. En cada división escribiremos o dibujaremos una de las opciones.
Colocaremos una chincheta con pies cerrada en la mitad del círculo con un clip
a su alrededor. De esta forma, cuanto le toque recoger los juguetes, podrá
girar la ruleta a ver qué forma toca. Por ejemplo: con una canción, con un
baile, despidiéndose de los muñecos, clasificando por colores …
7 CORAZONES DE
PERDÓN Y BOTES DE AGRADECIMIENTOS.
El agradecimiento y el perdón son
dos pilares básicos que ayudan a las personas a sentirse seguras. Agradecer lo
que tenemos o recibimos y pedir disculpas por alguna ofensa que hemos hecho. Y
esto es algo que hemos de practicar de forma mutua entre madres e hijos.
También los padres podemos dar las gracias y pedir perdón a nuestras hijas.
Algunos símbolos para
trabajar esto pueden ser los corazones de perdón y los botes de agradecimiento.
Podemos crear corazones para pedir perdón, por ejemplo, con plastilina, con un
dibujo o incluso haciendo un bizcocho con forma de corazón... También podemos
decorar un bote de cristal o plástico e ir metiendo dentro mensajes de
agradecimiento a las personas de la familia, a otras de fuera de casa, a la
vida … Se pueden ir juntando durante toda una semana y luego leerlos o verlos
el domingo.
Hemos de recordar que nuestra
misión como padres y madres es combinar la protección con estimular la
autonomía, la exploración, la participación… Necesitan salir de nuestra
dependencia para crear su independencia poco a poco, sabiendo que necesitarán
para ello un entorno seguro. (y que siempre serán y seremos un poquito
dependientes)
Para acabar, os invitamos a
recordar este texto de René Trossero:
“Si de veras quieres ayudarme:
No camines por mí, déjame
caminar por mi camino;
No hables por mí, déjame
hablar y escúchame;
No llores por mí, déjame
llorar y acompáñame;
No decidas por mí, déjame
elegir y respeta mis decisiones;
No te arrojes al agua por mí,
déjame que aprenda a nadar;
No me impongas tu experiencia,
déjame hacer la mía;
No aciertes por mí, déjame
aprender equivocándome:
Porque yo crezco más con mis
errores que con tus aciertos.”
Begoña Ruiz, educadora psicóloga y psicomotricista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Quieres hacer algún comentario?