¿CANSADA, LÁNGUIDA, "DEPRESIVA"?


He pasado unas semanas con una sensación de cansancio y abotargamiento  que no se iba.  Mi cuerpo parecía un coche que no terminaba de arrancar, como si estuviera falto de combustible...Una sensación de querer ponerte en marcha pero sin tener energía suficiente para moverte, escuchar, concentrarte, pensar... O lo conseguía como a "cámara lenta" y por "rachas".  Ser incapaz de seguir el hilo de una novela, sentir que, aunque tratas de escuchar con atención a alguien, no lo consigues, ver series sin mucha "chicha" una detrás de otra, olvidarte de devolver llamadas, emails... "tirar la toalla" con ciertas cosillas tontas del día a día en el trabajo, en casa...  Y, lo más extraño para mí, no preocuparme tanto por estar así y "aceptarlo" en cierto sentido.  

Al ser algo extraño y como persona que ha tenido cerca experiencias depresivas, se me saltaron algunas alarmas...¿Será un primer síntoma de depresión?  Mis ganas de salir de casa, de disfrutar de la naturaleza, de quedar con personas, de sacar adelante proyectillos, de sonreír...  me libraron  de esos temores. Además, hablando con compañeras me decían encontrarse en una situación similar. (lo del mal de muchas, consuelo de...) Y ahora ya noto que empiezo a recuperar más energía. 



Hace unos días pensaba que este cansancio no es el habitual de fin de curso o que no es fruto de una racha más activa. Es como un cansancio que ha llegado de fondo, que estaba "gestándose" desde hace unos meses y sale ahora... Y pensando esto, encontré un artículo de Raquel Peláez para El Semanal en el que hablaba de la languidez que parece estar instalándose en nuestra sociedad a raíz de la pandemia. Sería como esa falta de "impulso vital" fruto del desgaste emocional por la pandemia. 

No sé si será languidez o no, lo que está claro es que he estado cansada y sigo estándolo un poco. Y que la pandemia  y todo lo que ha traído tiene que ver. Porque, de una u otra forma, me ha tocado, nos ha tocado, sostener muchas cosas en incertidumbre. A nivel personal, a nivel familiar, a nivel laboral... Mi trabajo consiste en acompañar a otras personas y, desde ahí,  también requiere "sostener" de alguna forma. Es verdad que ahora mismo no me encuentro en "primera línea" y  estoy a más distancia.  Y, siendo así, también hay un pequeño nivel de cansancio desde el acompañar desde la "consciencia". 

Este cansancio que he vivido estas semanas, me ha llevado a recordar algunas reflexiones escuchadas y formuladas en diferentes momentos sobre la importancia de tomar conciencia de nuestro propia energía. A mí me gusta resumirlo así:  

Si en un momento dado, notas: 

  • Que  tu cuerpo no "puede arrancar" o "vas como a cámara lenta". 
  • Que frecuentemente tratas de escuchar y no puedes mantener la atención y seguir "el hilo". 
  • Que aparece un dolor en tu cuerpo sin saber muy bien dónde localizarlo y por qué ha aparecido. 
  • Que te tropiezas en todas partes, se te cae todo y estás "torpe" en general.
  • Que te exasperan las "quejas" de las personas que acompañas y no les "aguantas".
  • Que tienes ganas de "tirar la toalla" en cosas básicas o pasas de hacer las cenas u ordenar la habitación. 
  • Que vives con un fondo de emociones desagradables de enfado, de asco, de tristeza o de miedo y dejas de entender o usar el sentido del humor. 
  • Que te gustaría irte a una isla desierta, a un spa o a una cabaña perdida...
TRANQUILO/A: ERES HUMANO/A. REVISA TU NIVEL DE CANSANCIO, CUIDATE Y DEJA QUE TE CUIDEN. 




Hablando del autocuidado, la semana pasada lo trabajamos en una jornada reflexiva en la entidad. Lo abordamos porque consideramos que es una competencia que las personas que acompañamos a niños, niñas y  adolescentes ( ya seamos educadoras, psicólogas, profesoras, entrenadoras deportivas, monitoras de ocio o madres/padres) necesitamos desarrollar y reforzar para generar entornos seguros. 

Una de las ideas principales de esta jornada fue que el autocuidado es fundamental y que las fórmulas que puede tener cada persona para autocuidarse pueden ser diferentes.  Un ejemplo "tonto" puede ser que a alguien le ayuda comer una manzana y a otra comer una onza de chocolate. 

Más allá de esto, me gustaría compartir algunas de las ideas que surgieron. Aplicables para el trabajo, la familia y otros contextos: 
  • La conexión y la expresión corporal puede ser una vía interesante para el autocuidado. Ya sea incorporando de forma sistemática el deporte, los paseos, yoga, pilates...De forma individual o practicando con otras personas. (los retos grupales pueden ser una buena idea) O con pequeñas rutinas como ir andando al trabajo,  hacer un pequeño descanso o relajación entre tareas, posibilitar un espacio para "retirarse" y hacer un tiempo fuera para respirar y estirarse... 
  • Contar con una red de ayuda y contraste.  Y esta ayuda puede ir desde:  la ayuda con la LOGISTICA ( que otro padre pueda recoger a mi hijo o que mi compañera me prepare la sala los jueves para un taller porque llego justa de tiempo), a la ayuda  REFLEXIVA (la formación, el contraste, la orientación sobre cómo hacer la crianza o un asesoramiento) hasta la ayuda EMOCIONAL (desahogar un enfado de forma constructiva con otra persona, "contagiarnos" de buen humor con juegos, bromas y encuentros lúdicos , compartir calma con miradas...) 
  • Un cuidado en el que busquemos  un equilibrio entre que el grupo (laboral o familiar) posibilite espacios y opciones para el autocuidado de  cada una de las personas y que cada persona tenga conciencia de la importancia de su autocuidado, elija y lleve a cabo sus fórmulas concretas para ello. 
  • Fomentar la dialéctica entre ofrecer ayuda de forma EXPLICITA y pedir/aceptar  ayuda de forma EXPLICITA, con una buena observación de las personas para hacerlo sin invadir o sin ignorar, desde la afectividad y la confianza. 
  • Fijar expectativas realistas, organizar TAREAS y gestionar el tiempo de forma adecuada. Y para ello, hay diferentes formas. Un modelo interesante es la matriz de decisión difundida por Stephen Covey para ser eficiente. Valorar tareas importantes y no importantes, urgentes y no urgentes. Válido para el trabajo y para el hogar.   En este enlace habla de ello.  Poder centrarse, planificar, delegar, repartir bien las tareas entre las personas...Un libro interesante también es Entrena Tu Cerebro de Marta Romo. 



  • Poner a raya ciertas CREENCIAS. Hay ciertas creencias que nos molestan en la vida y nos llegan "heredadas" de la familia, de un entorno, como una forma de "defenderse". Desde la creencia de que "voy a dar lo justo de mí misma porque ya me quitan suficiente los demás" hasta la creencia de "necesito ser perfecto para que me quieran". Un libro interesante es:  21 creencias que te amargan la vida de Daniel Gabarro que se puede descargar en este enlace.
  • Elaborar la historia personal de vida. Ya desde la infancia y a lo largo de nuestra vida, vamos pasando por diferentes vivencias que nos van dejando "huellas". A veces, son huellas más "positivas" y otras más "negativas". A veces, nos influyen, casi sin darnos cuenta,  en cómo afrontar de determinada forma los retos en la crianza, en la labor educativa... Estas "huellas" se nos pueden reactivar en ciertos momentos vitales: cuando encontramos pareja, cuando somos padres/madres, cuando sufrimos un duelo, cuando acompañamos educativamente a determinadas personas de cierto perfil y con algunos problemas concretos... Si somos conscientes de esas huellas y su posible influencia y las hemos podido elaborar más o menos, todo ello nos ayuda. Si no, pueden suponer una "carga" en determinados momentos  y nos pueden generar "cansancio" y restar eficacia. En general, las personas expertas dicen que esta época de pandemia ha "reactivado" la necesidad de "reelaborar" o "elaborar" mucho de todo esto.  Hay algunas herramientas para poder trabajarlo (el Libro de la Vida, la Matriz de  la Biografía Emocional, Ecomapas, Genogramas, Yo soy, El periodista, Te Cuento mi Historia...). Siempre es más efectivo y fácil si se puede hacer con el acompañamiento de una terapia o con coaching. Éstas son, sin duda alguna, unas opciones muy potentes para poder cuidarse en un momento dado y es importante posibilitar y dar visibilidad a estas fórmulas. 
  • Blindar MOMENTOS DE BIENESTAR. Y estos tiempos son particulares para cada persona. En mi caso, es sentarme a tomar un café a media mañana. No lo perdono por nada o por casi nadie. Ir dos veces a andar durante el fin de semana, lo mismo. Y ahora estoy trabajando en desconectar, silenciar notificaciones o  poner en modo avión el teléfono móvil durante al menos media hora al día.  (y me cuesta) Cada persona sabe qué momentos pueden dar ese placer, calma, alegría o  seguridad.  
  • Hacer pequeños GESTOS EN EL DÍA A DÍA.  Es muy interesante hacer una lista de aquellas pequeñas cosas que dan bienestar. Descorrer las cortinas para que entre el sol, ponerse al sol un rato, respirar profundamente mientras esperas un semáforo, oler un aroma de un quemador de aceite esencial, ver jugar a un niño ( el tuyo u otro), cuidar una planta, dar un abrazo, leer un rato... Pequeños gestos generan corrientes de bienestar importantes. 

Recibir y leer el artículo "Descansar el Alma"  de Pepa Horno en 2020  fue un bálsamo para apostar por el autocuidado para verano y para todo el año. Y este año toca leerlo otra vez. Os lo enlazo para que podáis volver a echar una mirada.

¡BUEN DESCANSO! 



Begoña Ruiz Ibáñez. Psicóloga, educadora y psicomotricista. Inteligencia Emocional VEC, Entornos Seguros para la Infancia, ISBCS


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